Voz de artistas, por Pablo Solari, World Citizen Artists, 2021
Me uní a World Citizen Artists porque un verdadero Artista y el verdadero Arte es cuando ya no es para sí mismo, para sus amigos o para su país. Entonces el arte se convierte en Patrimonio Mundial.
Pablo Solari nació en abril de 1953 en el barrio Flores de la ciudad autónoma de Buenos Aires, Argentina.
Nacido en una familia de inmigrantes italianos, sus padres y abuelos habían llegado a Argentina en los años 30. Esto influyó mucho en su formación, ya que no solo fue educado en las tradiciones sino también en la cultura italiana.
Desde su menor edad comenzó a pintar y a lo largo de su vida se ha convertido en un artista autodidacta, estudiando técnicas clásicas y basado en vistas. Vive en Buenos Aires y pasó parte de su vida en Mendoza.
Viajó a Italia para estudiar maestros pintores como Giotto, Fra Angelico y Michelangelo. Hoy es un hombre artísticamente maduro. Simple, humilde con valores fuertes, este artista sin duda dedicó su vida a su oficio.
El ensayo de formas y figuras crea un patrón que resuena como un cañón. Los sentimientos cristalinos son transmitidos por los colores griardos, que se repiten cíclicamente, dando origen a nuevos patrones entre los que ya existen. Todo parece una hebilla de muñecas matriochkas y sus personajes parecen multiplicarse continuamente. El ritmo obtenido gracias a estas notas recurrentes es el que hace eco y une toda la sinfonía, favoreciendo un estribillo interior. Solari, por la complejidad de su trabajo, se aferra a una homogeneidad que presenta casi un rasgo geométrico y es el elemento que permite un mensaje más clarificante e intenso.
Esta compleja composición realiza un doble efecto expresivo, lo que se hace posible por la multiplicidad de rostros y miradas, pero también por la inmensidad de las manos, que destaca imperativamente el mensaje. Las multitudes caóticas nos recuerdan a las bolsas de mercadería o a las jaulas de animales cuya capacidad se ha superado en gran medida.
Ese rasgo hacinado, como si todo estuviera apretado como conservas de sardinas, que provoca una especie de asfixia, que luego se contradice sabiamente por Pablo, que siempre elige colocar una escotilla de salida, un lugar abierto por el cual el cuadro puede respirar y la mirada es capaz de salir naturalmente de todo el laberinto. Los marcos están sobrecargados de tensión, un elemento que está más arrugado por la multitud de objetos que los hace muy ocupados, creando una repetición casi hipnótica.
La naturaleza de sus temas y motivaciones es esencialmente social y humanista, con especial atención a las desigualdades, la pobreza y los más desfavorecidos. En una crítica social, Solari retrata a la clase trabajadora y rural de forma intervencionista. Sus personajes presentan una expresión facial que refleja su propia vida, angustias y dificultades y cuando cierran los ojos no lo hacen por placer, sino por desesperación o cansancio.
Su gran tema es el realismo social comprendido, no como una crítica sino como un reflejo de lo que vemos todos los días con nuestra vida cotidiana y siempre con una mirada llena de esperanza, que lo diferencia claramente de la vanguardia latino - Americana de comienzos del siglo XX.